lunes, 27 de septiembre de 2010

Sobre pictos, ingleses, escoceses y romanos

Quiero dedicar la primera entrada de este blog a comentar un par de películas que muestran varias similitudes pero también muchas contradicciones. Se trata de Centurión (Neil Marshall, 2010) y Braveheart (Mel Gibson, 1995). La primera de ellas estaba en las salas de cine hasta hace muy poco y la segunda nos la han pasado ya unas cuantas veces por televisión,convirtiéndose en una de esas cintas que casi todo el mundo ha visto.
A modo de recordatorio, puedo decir que Braveheart cuenta la historia de la rebelión de siervos y nobles escoceses, acaudillados por William Wallace, contra la corona inglesa. La acción de la película, que se desarrolla en el siglo XIV, trata en todo momento de poner al espectador en contra de los ingleses, que con sus leyes injustas e impuestos abusivos, oprimen al pueblo escocés.
 
Quince años después, Neil Marshall presenta su Centurión,película en la que fantasea sobre hechos anteriores y posteriores a la derrota de la Novena Legión romana (siglo II) a manos de los pictos, antiguos moradores de lo que hoy es Escocia. El contexto geográfico es el mismo que en el trabajo de Gibson, aunque las historias están separadas por algo más de un milenio. Marshall propone también una trama sobre las desavenencias entre invasores/opresores e invadidos/oprimidos, aunque en el caso de Centurión se invierten los papeles y los “malos” son los pictos, es decir, el pueblo que sufre en sus carnes la terrible maquinaria de guerra del Imperio Romano.

El personaje más negativo en Centurión es Etain, la exploradora y asesina picta interpretada sin muchos alardes por Olga Kurylenco. Según cuenta la cinta, Etain vio de pequeña cómo su familia fue cruelmente asesinada a manos de soldados del Imperium. Desde entonces, su única motivación es la de destripar romanos. En Braveheart, el personaje de Wallace, encarnado por el propio Mel Gibson, es testigo en su infancia de la muerte de su padre y su hermano durante una emboscada. Años después los ingleses liquidan también a su mujer,lo que desencadena su cruzada contra los invasores del sur y sobre la que se arma toda la película.
En ambas historias los “malos” ganan al final. Los romanos de Centurión no consiguen invadir el norte de Gran Bretaña, conformándose con construir un muro, el de Adriano, que mantiene a los bárbaros a raya. Los escoceses de Wallace tampoco consiguen resistir las acometidas inglesas y terminan bajo su yugo.
Estas reflexiones me llevan a las siguientes preguntas: ¿Quiénesson realmente, si los hay, los “malos” y los “buenos” en estas dos películas? y ¿Porqué existe un empeño tan descarado en el cine de Hollywood –Braveheart y Centurión son sólo dos ejemplos- en definir de forma tan marcada el mal y el bien?

Nota: Está a punto de estrenarse, si no lo ha hecho ya, El águila de la novena legión (Kevin MacDonald, 2010), también sobre romanos y pictos. Si alguien la ve y quiere dejar su comentario, será bienvenido.

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